A las puertas del año un gozne inicia entre las luces que principian
el festejo del verso. Mundo de noches, bosque de noches, huéspedes
astrales, Polifemos estólidos de noches. Tendida ahúma las escarchas, palpa la tierra con los rizos umbríos. ¡A qué rememorar relumbres
entre esos juncos porque el invierno llora! En el azur se expanden los tesoros para librar la eternidad a solas: albaricoques, jades, los anises, sales
con que bañarse en las estrellas. Mandarinas y esclavos de colores. La lista está completa mas conoce la falta y desespera, exánime bajo el arcano terrífico. Esto o aquello, la medalla abismal o la trompeta, la caricia… Saberlo haría la pirámide eternal.
… Porque vibran los álamos la música que envidria el cristal a los ojos, y apenas reconocen ya la estulticia de quienes fieles al amor ondulan los pañuelos en el vértice de los juncos, desdibujados en la noche suprema.